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jueves, 30 de diciembre de 2021

La historia del antiguo reloj de la torre de la Iglesia de Tembleque. 1886-1972

Siempre haciendo sonar y marcando infatigablemente las horas en Tembleque, desde hace cuatro siglos, y aunque en las últimas décadas ya no nos fijamos tanto en él, por tener relojes todos los vecinos del pueblo, hay que tener mirada retrospectiva, y pensar en la importancia que tenía el reloj de la torre de la Iglesia en siglos pasados, por ser la única referencia de nuestros antepasados, a la hora de poder medir el tiempo
Consultando las actas municipales de finales del siglo XIX, gracias al personal del Ayuntamiento de Tembleque, que me permitió acceder al archivo antiguo, encontré, en varias de ellas, cómo se fraguó la compra e instalación del antiguo reloj de la torre de la Iglesia. Me refiero al reloj anterior al actual, ya que el actual data del año 1972, (hay un completo artículo al respecto en este enlace del blog), y el anterior, que es en el que vamos a ahondar en este reportaje, de nada más y nada menos que de 1886, instalado por el relojero Mónico García Rosel.

Según la documentación, la torre de la Iglesia de Tembleque ha tenido únicamente tres relojes a lo largo de la historia, un dato que deducimos con el primer párrafo del acta municipal con fecha 29-4-1885, siendo alcalde de Tembleque Don Agustín Pantoja:

…También acordaron (la corporación municipal) que encontrándose un tanto deteriorado a consecuencia de los rozamientos que por los muchos años (cerca de tres siglos) lleva de existencia el reloj público de esta Villa, careciendo por esta causa la población en muchas ocasiones de poder medir el tiempo, para llevar esta necesidad, se practiquen las debidas diligencias con el fin de adquirir un reloj de torre de nueva construcción, dirigiéndose al Sr. Alcalde a los artífices de cuyas casas se tienen propuestas al objeto indicado.

Echando cuentas, comprobamos que si en 1885, se referían al antiguo reloj como que estaba muy deteriorado porque tenía tres siglos de antigüedad, eso nos sitúa aproximadamente en 1585. La Iglesia se empezó a construir en 1509 y termina en 1527, pero la torre se construyó bastante después, en 1611, por lo que se supone, con ese margen de varios años arriba o abajo, que en las actas se refieren al deterioro del primer reloj.
Así pues, apenas un mes más tarde, en la siguiente sesión plenaria se explica que habían invitado a un relojero, para que viniera a Tembleque y estudiar la compra e instalación de un nuevo reloj. Este relojero fue Don Mónico García Rosel, de bastante prestigio en la época.
Mónico tenía su taller en pleno centro de Madrid, en sus inicios, en la calle Preciados 42, y posteriormente, en las fechas en las que construyó el reloj de Tembleque, en la calle Atocha 33. Mónico acababa de visitar Tembleque el 7 de mayo de 1885, un día antes de la celebración del Pleno en el Ayuntamiento, y ya lanzó su primera oferta, que sería la instalación de un nuevo reloj, al precio de 2750 pesetas, pagadas en dos plazos. Todos los accesorios necesarios para el montaje correrían a cargo del relojero, a excepción de las obras de fábrica, como la caseta donde está el reloj, que correrían por cuenta del Ayuntamiento. De hecho, en uno de los conductos del piso inferior, que se debió hacer para el péndulo o las cuerdas para hacer tocar las campanas, ya sin uso, está grabado el año de 1886.
 El reloj, en un principio se iba a montar en el tercer piso, de los cuatro que tiene la torre, es decir, que se iba a poner en el piso inferior al actual, aunque finalmente hubo modificaciones en el proyecto, como explicaré, para dejarlo instalado en el cuarto y último piso.
Ya en esta sesión plenaria, a la que fue invitado el propio relojero, se hacía mención a la importancia de que las campanas sonaran en todos los rincones del pueblo.
Extracto del acta con fecha 8-5-1885, con todos los detalles:

...El Sr. Presidente (el alcalde de Tembleque, Don Agustín Pantoja) se había dirigido en carta particular al artífice relojero D. Mónico García Rosel, establecido en Madrid, en la calle de Atocha número 33, invitándole a que pasara por esta población con el fin de tratar de la adquisición de un reloj de torres, de los que construye, a cuya invitación había respondido, ofreciendo, por carta de tres del actual, venir a este pueblo al objeto indicado, lo cual ha cumplido, presentándose en el día de ayer. En virtud, enterados sus mercedes, expusieron la conveniencia de hacerle comparecer en este acto, según se ordenó por el Sr. Alcalde, para convenir con dicho artífice en las condiciones de la máquina de citado reloj, precio del mismo y demás hasta su colocación en la torre de esta Iglesia: estando presente el relacionado D. Mónico, enterados del objeto de su llamada y habiendo conferenciado sobre el tamaño del mueble mas a propósito con relación a la extensión superficial de este pueblo, que pueda comunicar fuerza bastante a hacer oir la campana en todos sus ámbitos, por unanimidad acordaron: se adquiera en compra un reloj de torre que se colocará en el tercer piso de esta; de horas y medias, con repetición de las primeras; de ocho días cuerda el movimiento, treinta horas de sonería o campana, esfera de mármol que se pondrá en la ventana que existe hoy tapiada en dirección Norte, por el precio de dos mil setecientas cincuenta pesetas, pagadas en dos plazos, el primero a su colocación quedando marchando el reloj, que será del sistema de escape de clavijas, y el segundo en igual día del año venidero de mil ochocientos ochenta y seis; siendo de cuenta de dicho artífice todos los adherentes o accesorios de mencionado reloj; así como también la conducción del mismo y demás obras necesarias hasta su fijación, a excepción de las de fábrica que son de cuenta del Ayuntamiento, garantizando por término de un año el buen éxito de la máquina, fuera de un accidente violento.

Antes de continuar, hablemos un poco del relojero, Mónico García Rosel.
Me costó bastante tiempo y paciencia intentar averiguar algo sobre este relojero, a pesar de que pareció gozar de bastante prestigio a finales del siglo XIX.
Mónico García Rosel era natural de Córdoba, y nació en 1828
.
Parece ser, que en la vecina localidad de Mora, Mónico también instaló el reloj de su torre. Encontré el contenido de un acta municipal del año 1925 en Mora, donde se explicaba que habían recibido una carta desde el Ayuntamiento de Córdoba, donde ofrecían un libro con la biografía de Mónico Rosel al Ayuntamiento de Mora, por si era de su interés, al ser el montador del reloj de su torre. Desde el Ayuntamiento de Mora, se rogó que se adquiera dicho libro, para conocer más sobre este personaje.
Tras consular con Inmaculada Galán, concejala de Cultura y archivera municipal de Mora, muy amablemente me informó que aunque ese libro con la biografía de Mónico Rosel ya no se encuentra en el Ayuntamiento de Mora, les consta, según actas posteriores, que se compró por 10 pesetas con 50 céntimos,  una semana más tarde de esta sesión plenaria, y estuvo disponible para la lectura pública, pero claro, hablamos del año 1925. El edificio donde se guardó este libro, fue tomado durante la posterior Guerra Civil, y desapareció.
También me comunicó que el reloj actual de la Iglesia de Mora es reciente, y que el antiguo (presumiblemente el instalado por Mónico Rosel), se colocó en la Casa de la Cultura de Mora.
Me puse en contacto con la Biblioteca Nacional, en Madrid, y con la Biblioteca de Castilla-La Mancha, en el Alcázar de Toledo, además de con la Biblioteca de Córdoba, aunque en ninguna de ellas, ni tan siquiera en el Ayuntamiento de Córdoba, al cual también pregunté, parece existir ninguna copia de este libro ni ninguna otra referencia de Mónico Rosel, salvo el acta del Ayuntamiento de Mora anteriormente citada, publicada en el diario "El Castellano", con fecha 23 de diciembre de 1925, ya seguramente tras la muerte de Rosel, que había nacido casi 100 años antes, en 1828. 
Reloj de Mora, presumiblemente
original de Mónico Rosel.
Gracias a la colaboración de nuestro paisano, Pepe Seguido, que actualmente reside en Mora, y al que le pedí este favor, podemos mostraros una fotografía del antiguo reloj de la Iglesia de Mora, cedido actualmente a la Casa de la Cultura de Mora, y que presumiblemente, salvo si hubo algún cambio que desconozcamos a mediados del siglo XX, sería el reloj que Mónico Rosel había instalado originalmente en la Iglesia de Mora.
Lo que sí encontré, a modo de curiosidad, rebuscando en la prensa de la época, fue la publicación de varios anuncios publicitarios sobre su negocio de relojería, en Madrid.
Parece ser que Mónico estaba muy seguro de la calidad de sus productos, incluso quizás se le podría tildar de arrogante o soberbio, a tenor del contenido de su publicidad, que no tiene desperdicio, y que decía textualmente así:

RELOJERÍA DE TORRE
¿Hay casa que pueda colocar relojes en mejores condiciones que esta? No es posible. ¿Hay casa que tenga más relojes colocados en España? No es posible enumerarlos. ¿Hay casa que los coloque con más prontitud y economía? No es posible. ¿Hay casa que tenga los mejores relojes del extranjero como los tiene esta? No es posible. Pues con todas estas buenas calidades, ¿cómo es que hay quien se atreve a decir que es verdadero especialista, que nadie le puede hacer la competencia, y que en todas partes le dan la preferencia? Pues bien; a todas estas inexactitudes no se les puede dar crédito, por no llevar la firma de su autor.
Nuestra Casa, Atocha 33, relojería.
Mónico G. Rosel.
(Anuncio publicado en el Diario Oficial de Avisos de Madrid, en 1891)

En otro anuncio anterior, publicado en el diario "El Liberal", en 1889 (tres años después de instalar el reloj de Tembleque), se describía así:

RELOJES DE TORRE.
Con privilegio de todas las Exposiciones de Europa, Primera casa en Madrid, y único fabricante. Campanarios de hierro, campanas de bronce y Fons.
Atocha, 33, relojería de Mónico G. Rosel.
Pero la referencia más antigua que he encontrado, data de abril de 1866, en un anuncio publicado en "La Correspondencia de España", donde se indica que la dirección de esta casa estaba en la calle Preciados 42:

RELOJES DE TORRE.
Gran depósito de todas clases. Relogería (lo pusieron así en el anuncio, con "g", en lugar de "j") de Mónico Rosel. 
Preciados 42._1
Las siguientes noticias referentes a este nuevo reloj, las encontramos 8 meses después, en enero de 1886. Aquí se deduce, que el relojero Mónico Rosel, aunque vivía en Madrid, estuvo viviendo provisionalmente en Tembleque durante esos meses, hasta la instalación del reloj, que sería finalmente en ese mes de enero de 1886. 
Antiguas esferas, posiblemente
(aunque sin poder confirmar) 
las del reloj de Mónico Rosel
.

Se explica la modificación del proyecto original, con las nuevas condiciones, tras consultar con vecinos y concejales. Se volvió a hacer especial hincapié en el número de esferas, de mármol, que debía tener, la altura de las mismas (se instalarían el cuarto piso, en el campanario), la orientación de las mismas, para que se pudiera ver desde el máximo de zonas y con la mayor facilidad posible, por parte de los vecinos, que seguramente, en aquella época, casi ninguno tenía otra forma de comprobar la hora. También se insistió en la fuerza que debía tener el sonido de las campanas, por el mismo motivo, para que se pudieran escuchar en todo el pueblo
Siendo así, el presupuesto final fue de 3000 pesetas, pagadas en cuatro plazos.
Tampoco tiene desperdicio el contenido de la sesión plenaria con fecha 17-1-1886:

...con asistencia del Relojero D. Mónico G. Rosel, vecino de Madrid y residente accidentalmente en esta localidad, asociados de mí su Secretario por quien se hizo lectura de la anterior y fue aprobada.
 Por el Sr. Presidente se manifestó que el objeto de esta sesión, de que ya tenían conocimiento, era para convenir y estipular nuevamente las condiciones para la adquisición por compra al mismo, de un reloj de torre que ha de colocarse en la de la Iglesia Parroquial, en atención a las indicaciones de conveniencia hechas por algunos Señores Concejales y vecinos acerca del sitio o piso en que debe colocarse para que con más facilidad puedan ser vistas sus esferas, como también el número de estas que debe de tener, proporciones de la máquina y tamaño del mueble, que pueda comunicar fuerza bastante a hacer se oiga la campana en todos los ámbitos de la población con la mayor facilidad atendida su extensión superficial, razones por algunas de las cuales se hace indispensable modificar el contrato que al dicho objeto se celebró con el referido Sr. Rosel en sesión extraordinaria que tuvo efecto el día 8 de mayo del año próximo pasado.
 En su virtud enterados sus mercedes de lo manifestado por el Sr. Alcalde, habiendo conferenciado con el citado D. Mónico Rosel sobre todas y cada una de las razones aducidas sobre el asunto de conformidad con el repetido D. Mónico, por unanimidad acordaron: se adquiera por compra a este un reloj de torre, sistema de clavijas de horas y medias horas, con repetición de las primeras, de los señalados con el número 10 del catálogo de treinta y tres centímetros de diámetro la rueda 1ª del movimiento y sesenta y seis la 1ª de la sonería, con dos esferas de mármol con su cuadratura y de treinta horas cuerda, cuyo reloj se colocará en el cuarto piso de la torre de la Iglesia, o sea en el del Campanario y dichas esferas en los huecos de campanas o ventanas, una en la que existe en dirección al Norte y la otra en la que está situada al Oeste, por precio de tres mil pesetas, pagadas en cuatro plazos iguales, o sea de setecientas cincuenta pesetas cada una, el primero inmediatamente después de su colocación y quedar marchando y los tres restantes en cada uno de los seis meses siguiente al día de su fijación; siendo de cuenta del artífice los adherentes o accesorios de dicho reloj y demás obras necesarias hasta que quede fijado, excepción de las de fábrica y conducción del mismo reloj que son del Ayuntamiento; garantizando por término de un año el buen éxito de la máquina fuera de un accidente violento.

Una vez concretadas las nuevas condiciones, a los pocos días quedó finalmente instalado el nuevo reloj.
Tal debió ser la importancia de este acontecimiento para los vecinos del pueblo, que desde la Corporación se decidió dejarlo registrado en el acta municipal, textualmente "para perpetua memoria", para que constara la fecha en la que el reloj quedó instalado y se puso a regir. Gracias a esa aparentemente insignificante decisión, puedo completar este reportaje adjuntando dicha información.
Extracto del acta con fecha 27-1-1886, en cuyo margen se titula:

Reloj nuevo, empieza a regir.

… También acordaron sus mercedes que, para perpetua memoria, se consigne en acta que en el día de hoy ha empezado a regir el reloj que contratado y adquirido en compra del Establecimiento de D. Mónico G. Rosel, vecino de Madrid, ha sido colocado por este en el piso cuarto de la torre de la Iglesia Parroquial de esta Villa, con arreglo a las condiciones que se estipularon con dicho artífice y constan en la sesión extraordinaria que al efecto se celebró el día 17 del corriente mes.

Apenas un mes más tarde, se nombró al nuevo encargado del mantenimiento del reloj, que fue el temblequeño Isabelo Núñez Polo, según el acta con fecha 24-2-1886:

... Acordaron nombrar encargado de regir el reloj de la torre a Isabelo Núñez Polo, en virtud de renuncia del que lo venía desempeñando, con la misma asignación que este disfrutaba.

Isabelo Núñez-Polo estuvo trabajando en el mantenimiento el resto de su vida, 22 años más, hasta que falleció, en el año 1908, momento en el cual se nombró a su hijo como sucesor en el cargo del mantenimiento del reloj.
Extracto del acta con fecha 31-9-1908:

...Por fallecimiento en febrero de Isabelo Núñez-Polo, relojero de la villa, los cuidados del reloj pasan a su hijo, Vicente Núñez González.

Parece que aunque Mónico también hacía o instalaba campanas, las de Tembleque no son de él, pues no encontré referencias en las actas municipales. Hace unos años, logré hacer una fotografía al exterior de la campana principal, donde aparece una inscripción, que aunque no se puede leer correctamente, por la distancia y resolución de la foto (y la dificultad de realizarla desde las alturas), no parece mencionar a Mónico Rosel, sino a otra fábrica. La foto la adjunto con su resolución original en el álbum online con el que finalizaré este reportaje.
El reloj instalado por Mónico Rosel, duró en la torre de Tembleque casi un siglo
, una muy buena cifra, aunque lejos de los tres siglos del anterior reloj, supuestamente el original de cuando se construyó la torre de la Iglesia de Tembleque, en el siglo XVII. 
El reloj de Mónico Rosel duró concretamente 86 años, hasta que en 1972, fue sustituido por el actual reloj, de Manufacturas Blasco, otra gran empresa relojera, creada en 1921 y desaparecida en la década de los años 90 del siglo pasado.
Obviamente, a lo largo de la historia de todos estos relojes, incluyendo el actual, se han producido numerosas averías y sustituciones de piezas o esferas del reloj, según he visto referencias en otras muchas actas municipales, o incluso en fotos antiguas, donde en algunas se ve la torre sin esfera o con ella rota, en el siglo pasado (años 1945 y 1985).
De hecho, a modo de curiosidad, encontré las siguientes referencias sobre averías del reloj de Mónico Rosel, que comparto para ampliar información:
Extracto del acta con fecha 13-9-1905:

...Se acordó por unanimidad se arregle una de las esferas del reloj de villa por estar completamente borrado el horario.

Cuatro meses más tarde, otra avería, aparentemente más aparatosa:
Extracto del acta con fecha 10-1-1906:

...El Sr Presidente manifestó que se había descompuesto el reloj de villa, y había llamado a un herrero para que lo examinara y viese si podía componerle, por no haber en la actualidad otros elementos de que servirse, y que si la compostura puede llevarla a efecto que la realice, y en caso contrario, se propondrá lo que corresponda.

Como se aprecia en el texto, parece que esta avería estuvo a punto de dar por finalizada la vida útil del reloj, con apenas 20 años de existencia, aunque afortunadamente, parece que el herrero, Rufino Magán, pudo arreglar el reloj, según se lee en la factura posterior, un mes después, en el acta con fecha 21-2-1906:

...Se aprobó la cuenta del herrero Rufino Magán, referente a la compostura del reloj de villa, y acordaron satisfacer su importe de 7 pesetas.

Un par de años más tarde, en 1908, parece que una nueva avería dejó a los vecinos durante bastante tiempo sin poder consultar la hora del reloj de la torre, por falta de presupuesto para su arreglo. Extracto del acta con fecha 9-9-1908:

... Se dio lectura a una carta del relojero Sr. García (pocos meses antes, había fallecido el relojero encargado, Isabelo Núñez-Polo, y aún no se había nombrado sucesor a su hijo, algo que ocurrió apenas unos días después de esta carta, por lo que se deduce que el Sr. García fue relojero provisionalmente) informando sobre el estado del reloj de villa y la compostura o arreglo del mismo. El Ayuntamiento acordó por unanimidad que no habiendo consignación del presupuesto corriente para esta atención no puede reabrirse la limpieza y arreglo del reloj en el año actual.
Como se aprecia, las distintas averías en los relojes, eran y son algo habitual, aún a día de hoy. Precisamente, en otoño de este año 2021, mientras editaba este reportaje, estuvimos en Tembleque varios días sin poder escuchar las campanas de las horas y medias horas, por otra avería.
Volviendo al tema del reloj antiguo, según me estuvo comentando nuestro buen amigo e historiador, Pedro Fernández Peinado, de Turleque, existía la posibilidad de que el tercer reloj, el instalado en 1972 por Manufacturas Blasco, se hubiera hecho aprovechando parte de la maquinaria del reloj antiguo, el de Mónico Rosel, o que se hubiera instalado sobre los soportes antiguos.
Esto prácticamente se puede descartar, pues tras consultar las actas municipales de 1972 del archivo del Ayuntamiento de Tembleque, afortunadamente encontré una referencia a este reloj, donde se explica que aunque en un principio se pidió presupuesto para arreglar el reloj (el de Mónico Rosel), finalmente, por la poca diferencia de presupuesto, se optó por poner uno nuevo, el reloj actual, al precio de 58300 pesetas, de las que se dedujeron 6500 pts por el abono del reloj viejo, pesas y piezas sobrantes, es decir, que Manufacturas Blasco se llevó el reloj viejo. Esto también me lo confirmó nuestro vecino Juan, que en aquella época, ya era miembro de la Hermandad de Jesús Nazareno, y recuerda cómo subieron el reloj nuevo, con la ayuda de nuestro vecino Basilio Oliveros (QEPD), y se llevaron el viejo.
Actualmente, es el reloj de Manufacturas Blasco el que lleva funcionando en nuestro pueblo (con averías incluidas, como he explicado anteriormente) desde 1972. 
Extracto del acta municipal con fecha 16-2-1972, siendo alcalde Don Gabriel Cereceda:

Por la Casa Manufacturas Blasco de relojes públicos, sito en Roquetas (Tarragona)
, ha confeccionado presupuesto para el arreglo del reloj de la torre y presupuesto para la modificación al mismo con la finalidad de que sea eléctrico e igualito presupuesto de un reloj nuevo, abonando por el que hoy hay una pequeña cantidad.
 Se diserta ampliamente dicho presupuesto y se acuerda se ponga una nuevo, ya que la diferencia es muy pequeña, dicho contrato de reloj nuevo asciende a 58300 pts, en este precio están deducidas 6500 pts por abono de reloj viejo, pesas y accesorios sobrantes. Los gastos de traslado desde la estación de Villacañas a Tembleque son por cuenta del Ayuntamiento.

En el siguiente vídeo, grabado en 2010, y como complemento gráfico al reportaje, nuestro paisano José Luis, operario del Ayuntamiento de Tembleque, nos muestra el funcionamiento de los engranajes del reloj actual, de Manufacturas Blasco:
El vídeo íntegro, grabado en 2010, que incluye la subida a la torre y algunas otras vistas panorámicas, está disponible en este enlace de Youtube, dentro del primer reportaje del blog dedicado a la torre y el reloj de la Iglesia, con fecha de diciembre de 2013.
En el siguiente pdf, está recopilada toda la información publicada en este reportaje, con los textos de las actas originales de 1885, 1886 y 1972, así como sus correspondientes transcripciones y algunas fotografías. Acceso desde este enlace de Google Drive.
Edito este reportaje en marzo de 2022, para añadir más información e imágenes de uno de los antiguos relojes de Mónico García Rosel, como lo fue el antiguo reloj del Ayuntamiento de Consuegra, y cuya maquinaria original, se expone a la entrada de dicho Ayuntamiento.
Muy probablemente, el antiguo reloj de Tembleque, debió ser muy parecido a este, por ser del mismo relojero, Mónico Rosel
Tras contactar con nuestro buen amigo e historiador consaburense, José García Cano, me dio unos apuntes sobre este reloj, que funcionó simultáneamente al de Tembleque.
Este reloj, el Ayuntamiento de Consuegra lo compró en 1886 (apenas unos meses después de que Tembleque le comprase también a Mónico Rosel el suyo), para sustituir al primer reloj que tuvo dicha torre, en 1822. Este reloj de Mónico Rosel, duró en la torre desde 1886 hasta el año 1979, prácticamente igual que el de Tembleque, que recordamos que estuvo desde 1886 hasta 1972. 
Según documentación recuperada por José García Cano, se explica que hubo unas obras para adaptar la torre de Consuegra. Los concejales encargados de comprarlo fueron los señores Pozuelo y Jareño.
Se explica textualmente, al vecino de Consuegra Ricardo Fernández: 
Para el giro al reloj de la Villa, por el haber anual de 75 pesetas, con la obligación de darle cuerda y limpiarle, sufragando de su cuenta el aceite para untar la máquina. 
Este vecino, Ricardo, se encargó del mantenimiento del reloj desde febrero de 1886. Poco después, el segundo encargado sería Joaquín Garrido, al que se le pagaría 125 pesetas anuales, por hacer la limpieza de la máquina, con la obligación de que esté siempre en marcha y siendo de su cargo poner y quitar la luz en la esfera transparente y la grasa que la máquina necesite para marchar. 
Este segundo vecino, Joaquín Garrido, tuvo este encargo hasta 1901, momento en el que nuevamente tuvo un sustituto. 
José García Cano, además, fue entrevistado el 28 de marzo de 2022 en Radio Consuegra, en la sección "Nuestro pasado", con motivo de los 200 años de la torre del reloj de Consuegra, y en dicha entrevista, estuvo también hablando de todos los relojes que ha tenido, haciendo especial hincapié en el reloj de Mónico Rosel. Podéis escuchar la entrevista íntegra, a través del siguiente vídeo-audio, donde veréis con mayor detalle el reloj de Mónico Rosel, expuesto en la entrada al Ayuntamiento de Consuegra:
Paralelamente, también publicó un formidable reportaje al respecto, en formato pdf, titulado "La torre del reloj de Consuegra cumple 200 años",  que añado a este reportaje, desde este enlace de Google Drive, extraído de la web de konsuegra.es.
Finalizo compartiendo un álbum fotográfico, con todas las imágenes publicadas en este artículo y algunas más, esperando que todos hayamos aprendido algo más sobre la historia de todos los relojes de la torre de la Iglesia de Tembleque:
Fuentes consultadas para la elaboración de este reportaje: 
- Actas municipales del Ayuntamiento de Tembleque. Principalmente 1885, 1886 y 1972, pero también 1905, 1906 y 1908.
- Consultas con el historiador Pedro Fernández Peinado, que me indicó las siguientes fuentes:
Información sobre Manufacturas Blasco: https://ilercavonia.fandom.com/wiki/Manufacturas_Blasco
- Consultas con la concejala de Cultura y archivera municipal del Ayuntamiento de Mora, Inmaculada Galán.
- Hemeroteca digital de "El Castellano", en la página 405 de las 724, con fecha 23 de diciembre de 1925: https://descargasarchivo.toledo.es/results.vm?q=parent%3A0000014237&s=4040&t=%2Bcreation&lang=es&view=hemeroteca
- La Voz del Tajo. 18-8-1985.
- Diario Oficial Avisos de Madrid. 1891.
- El Liberal. Septiembre 1889.
- La Correspondencia de España. Abril 1866
- Trabajo de José García Cano: "La torre del reloj de Consuegra cumple 200 años".

martes, 21 de abril de 2020

Epidemia del cólera de 1885 en Tembleque. Crónica y datos de prensa de la época y de las actas municipales.

PRIMERA PARTE:
 Información de la prensa de la época y crónica personal de José Antonio Fraguas.
Nuestro buen amigo e historiador, José Antonio Fraguas Díaz, que durante estos días de cuarentena nos va obsequiando regularmente, a los lectores del blog, con relatos variados sobre la historia de Tembleque, bajo el epígrafe de "Historias para pasar un estado de alarma" (y que una vez finalice esta pandemia actual del Coronavirus, recopilaré todos esos relatos), nos ofrece hoy uno muy concreto, que por la temática tan actual, he decidido publicarlo como un artículo más del blog, a fecha de hoy, pues en este caso, José Antonio ha recopilado toda la información que ha podido obtener de las hemerotecas, para enseñarnos de una forma muy didáctica y amena, que tanto en Tembleque, como en Villacañas o El Romeral, (aparte de toda la zona este de España) la epidemia del cólera de 1885 también hizo estragos.

Incluyo en este artículo uno de los muchos recortes de prensa, "La Unión", 25-8-1885, donde destaco los datos de Toledo y Tembleque, así como un mapa de España con las zonas más afectadas, extraído de este artículo.
Os dejo sin más dilación, con su introducción y reportaje, escrito a fecha 21 de abril de 2020:
HISTORIAS PARA PASAR UN ESTADO DE ALARMA
Parece, según los datos que se ofrecen, que muy lentamente la pandemia del coronavirus va retrocediendo.
 Los casos en Tembleque en función de su amplía población de la tercera edad que es uno de los mayores factores de riesgo, podemos decir que han sido escasos aunque haya que contar entre estos algunos decesos. Pero no sólo es esta epidemia la que ha sufrido Tembleque. Alguna otra ha dejado su rastro en la historia.

Sucinta historia del cólera de 1885 en Tembleque.
Hablando con mi padre en estos días en que estamos en las casas sin salir por el estado de alarma, salió la conversación del “año del cólera” que contaban los viejos que se juntaban al lado de la antigua báscula municipal de Tembleque. Estos viejos a los que se refiere mi padre habían conocido en su adolescencia o juventud aquel drama que se vivió recordando, entre otros datos que ya se le han olvidado a mi padre,  la incesante procesión de fallecidos por el cólera hacia el antiguo cementerio situado junto a la ermita del Loreto. Es el cólera del año de 1885, un drama que se vivió en España y del que Tembleque no quedó exento. Reconozco que me asaltó la curiosidad y en esta Semana Santa me puse a investigar.
En el citado año, en primavera, con foco inicial en Valencia, se desató en España una epidemia de cólera morbo asiático que afectó a gran parte de la España peninsular. Según los datos consultados, esta pandemia se notó especialmente en las provincias de la mitad Este. Para que nos hagamos una idea: tomamos Madrid, como punto central y de arriba abajo trazamos una línea recta, pues todas las provincias que quedarían a su derecha sufrieron fuertemente el azote de la enfermedad. La parte Oeste, con sus excepciones claro está, quedó bastante más libre de este mal.
Con respecto a la provincia de Toledo podemos hacer un esquema similar. La zona de La Mancha fue bastante más azotada que la parte occidental de la provincia, la zona de las tierras de Talavera de la Reina.
Dentro de la zona manchega hay tres pueblos que son significativos en donde se cebó el cólera: Villacañas, El Romeral y Tembleque. Es cierto que en las informaciones periodísticas salen otros muchos pueblos manchegos: La Guardia, Lillo, La Puebla de don Fadrique (actual  La Villa de Don Fadrique), La Puebla de Almoradiel, Miguel Esteban, Quintanar de la Orden, Corral de Almaguer, Quero… pero los datos, en proporción a su número de habitantes, no eran tan duros en muertos y en infectados como los tres pueblos mencionados en primer lugar.
Las informaciones pormenorizadas sobre víctimas del cólera se empezaron a publicar a primeros de agosto. Concretamente, es 03/08/1885 cuando se ofrecen los primeros datos de Tembleque arrojando un resultado de 6 infectados y 4 fallecidos.  Los periódicos estuvieron dando datos día a día durante ese mes hasta que a partir de septiembre las noticias empezaron a darse por provincias y no pueblo a pueblo como en el mes precedente. Desconozco la razón de ello aunque me temo que una de ellas sería no alarmar a la población ofreciendo datos pueblo por pueblo.
Sólo en Tembleque, un pueblo de poco más de 3400 habitantes en aquel año, en agosto de 1885 los periódicos dan cuenta de 350 infectados y 91 fallecidos por el cólera. Cifra que, como veremos después, fue casi el doble. Hay que tener en cuenta que los datos de los periódicos no se refieren al día inmediato anterior a la publicación del mismo, sería, al menos, con dos o más días de retraso (la inmediatez con la que hoy en día se trabaja era impensable en 1885). Así, los diarios del día 24, día de San Bartolomé, fiesta de Nuestro Padre Jesús de Nazareno, publican que en Tembleque hubo 8 muertos y 24 infectados. Otros días nos cuentan que son 6, 4, 7, 3, 6, 5, 8,… los fallecidos hasta completar la fatídica cifra. A ello hay que unir los casos de los infectados (invadidos se les llamaba en aquella época) con cifras que también son dramáticas. Días de 30 infectados, otros de 26, otros de 23, 11, 21, 12, 17 y así un día tras otro.
Ante estos datos, amigo lector, le sugiero que piense sobre los métodos de higiene que había en aquel año no sólo en Tembleque sino el cualquier punto de la geografía. El temor entre la población sería atroz, Sirva un dato que aparece en el periódico La Correspondencia de España de fecha 01/09/1885 sobre un hecho ocurrido en La Guardia. Dice así: “En el pueblo de La Guardia (Toledo) está ocurriendo lo que acaso en ninguna otra población, debido a la arbitrariedad de sus autoridades, que sin otra ley que su capricho proceden inhumanamente.  Hace pocos días falleció uno de sus vecinos, y sin otra razón que la de haber estado en el inmediato pueblo del Romeral, invadido del cólera, en el acto de expirar fue trasladada su señora, delicada, sexagenaria y en mal estado de salud, con sus hijos, al campo, donde falleció al día siguiente. Al propio tiempo fueron expulsados de la población 25 o 30 individuos por el delito de haber visitado al enfermo.Si nos fijamos bien en el texto de la noticia no dice que el fallecido hubiera muerto de cólera sino que por haber estado en El Romeral y, al poco de regresar, morir, era causa suficiente para que se tomaran esas medidas tan, tan dramáticas. Estamos hablando de un caso muy radical pero que indica el pavor que debía haber en los pueblos ante esta ingente cantidad de muertos. Por suerte, no hemos encontrado datos sobre hechos similares acaecidos en Tembleque.
Finalmente, en octubre se dio por finalizada esta pesadilla. El mismo periódico, La Correspondencia de España, en su edición del martes 27/10/1885 informaba de lo acaecido en Tembleque en las fechas precedentes: En Tembleque (Toledo) se ha celebrado el domingo último una solemnísima función religiosa a Jesús Nazareno, en acción de gracias por la terminación de la epidemia. El lunes 19 se celebró un grandioso funeral por el eterno descanso de las víctimas, que allí han ascendido a 170. A ambas funciones ha asistido una numerosa y escogida orquesta de voces e instrumentos de esta corte (Madrid), bajo la dirección del reputado profesor de música del colegio de Escuelas Pías de San Fernando D. Mariano Lozano; y ha predicado el elocuentísimo orador sagrado D. José Moya, canónigo de la Santa Iglesia catedral de Toledo.
Si en este año de 2020 no hemos celebrado en las calles la Semana Santa ni vamos a celebrar la romería del Cristo del Valle, pensemos que en 1885, los temblequeños no tuvieron ni fiestas patronales ni la romería del Cristo del Valle de septiembre, pasando aquellos meses de zozobra con muchas más dificultades y bastante menos medios que los que ahora tenemos.

SEGUNDA PARTE: (aún en edición)
 Datos obtenidos de las actas de defunciones y las actas de sesiones plenarias del Ayuntamiento de Tembleque.

Un año después de la publicación de este reportaje, lo edito para añadir más información, extraída de las actas municipales de 1885, tanto de defunciones como de las sesiones plenarias del Ayuntamiento de Tembleque.

Y es que al principio de aquel fatídico verano de 1885, ya se palpaba el miedo entre el vecindario. Luego comprobaremos que fue finalmente el mes de agosto, con muchísima diferencia del resto de meses del verano, el que resultó realmente terrorífico en nuestro pueblo, pero sigamos el orden cronológico con la información de las actas de sesiones plenarias del Ayuntamiento de Tembleque:

Con fecha 24-6-1885:
 se constituía la Corporación con la Junta de Sanidad, a fin de adoptar medidas y precauciones para evitar la invasión de la epidemia colérica.
También había temor a que las aguas estancadas de la laguna de la Vega, (algo que ya se vivió en la anterior epidemia de tercianas en Tembleque), pudieran ayudar a propagar enfermedades epidémicas. Por ello, se pretendió directamente desecar la laguna, que se había formado nuevamente, tras abundantes lluvias. Tal y como se dice en este extracto del acta municipal con fecha 8-7-1885:
...que se adopten los medios de desecar la laguna, que por las aguas fluviales se ha formado en la Vega, por ser las miasmas que de ellas se desprenden altamente perjudiciales a la salud pública y causa quizá del desarrollo de cualquiera enfermedad epidémica...
El caso es que no se tenía muy claro el método a utilizar, para poder desecar por completo una laguna, y visto que debían solicitar un presupuesto extraordinario, por ser una obra muy costosa, por parte del Ayuntamiento se explicó:
 ...sintiéndolo mucho, no pueden por ahora, tomar determinación en asunto de tanta importancia por las razones anteriormente expuestas, y la de tener que atender a cubrir los gastos que lleva consigo la adopción de medidas preservativas, para evitar sea infectado este pueblo de la enfermedad colérica y hacer la presente si por desgracia se presentara, no creyendo oportuno gravar con mayores impuestos a este vecindario, dada la escasa cosecha que va ha recolectarse, amenazada de ser nula por la plaga de langosta de que está invadido este término...
Poco después, el 15-7-1885, el miedo volvía al vecindario, por ver el cólera ya muy cerca de Tembleque, al informarse del fallecimiento de una vecina de El Romeral, según se relataba en el acta correspondiente:
Se dio cuenta del oficio del Sr. Alcalde del Romeral, fecha 12-7-1885, manifestando haber fallecido en dicho pueblo una mujer de un cólico con síntomas sospechosos. Que lo dice para que se adopten las medidas convenientes.
Con fecha 22-7-1885, aparte de clausurar los establecimientos de la enseñanza, si se considera conveniente esta medida a la salud pública, observamos que el temor sigue en Tembleque, y fueron varios los vecinos que por primera vez, solicitaron la creación de un nuevo cementerio, que a la postre sería el actual cementerio de San Isidro, inaugurado en 1889. Cito textualmente:
...solicitan varios vecinos, que se construya un nuevo cementerio, en atención a encontrarse el que existe en malas condiciones, por la proximidad a la población (recordamos que dicho cementerio antiguo estaba situado junto a la ermita del Loreto), y que las miasmas (Efluvio maligno que, según se creía , desprendían cuerpos enfermos, materias corruptas o aguas estancadas) que han de desprenderse de la descomposición cadavérica, necesariamente han de ser perjudiciales a la salud, por lo que debe procurarse su clausura... 
El cólera ya estaba haciendo estragos en Tembleque, y así continuó durante todo el verano. De hecho, en agosto hubo tantas muertes, (134), y se deduce que otros cientos o más de enfermos, que quizás por por ese o por algún otro motivo, durante dicho mes no hay referencia en las actas de las sesiones plenarias, pasando directamente a seguir escribiendo al respecto ya en el mes de septiembre.
Se recibieron varias subvenciones de 500 ó 1000 pesetas por parte del Gobierno: 2-9-1885:
...manifiesta haberse consignado a este pueblo 500 pesetas por el Ministerio de Gobernación para atender a las necesidades de la epidemia y que se autorice persona que las recoja... o dos semanas después, el 16-9-1885: Se acordó autorizar al Regidor de este Ayuntamiento, D. Miguel Ruano para que perciba de los fondos municipales la cantidad de mil pesetas concedidas a este pueblo para atender a los gastos de la epidemia colérica...
 Sería ya a finales de septiembre de ese mismo año 1885, cuando se dio por finalizada la epidemia, con la Misa anteriormente descrita en el artículo, pero de la que profundizaré un poco más, al trascribir el acta municipal con fecha 21-9-1885:

En la Villa de Tembleque a veintiuno de septiembre de 1885: Se reunieron en la Sala Capitular los Señores de su Ayuntamiento y Vocales de la Junta local de Sanidad de la misma, cuyos nombres al margen se expresan, en sesión extraordinaria y pública a que habían sido convocados, bajo la presidencia del Sr. Alcalde S. Manuel Ramírez y Peña, con asistencia del Sr D. Cándido García de los Huertos, Cura Párroco Rector de esta Iglesia, a quien se le había pasado atenta invitación, asociados de mí su Secretario, por quien se hizo lectura de la anterior y fue aprobada. El Sr Presidente manifestó que el objeto de esta sesión, de que ya tenían conocimiento, era para conferenciar y acordar el día en que debe cantarse el Te-Deum, una vez que según informes de los facultativos, afortunadamente ha terminado la epidemia colérica en esta población. En virtud, enterados los Señores concurrentes, y habiendo conferenciado acerca del particular, por unanimidad acordaron, de conformidad con dicho Sr. Cura Párroco, que en el día de mañana y hora de las nueve de la misma, se celebre función religiosa en esta Iglesia, compuesta de Misa cantada, plática que pronunciará citado Sr. Cura y solemne Te-Deum, en acción de gracias por haber el Todopoderoso ejercitado un acto más de su divina Misericordia haciendo desaparecer de este pueblo tan terrible azote. Que se haga saber al vecindario por medio de bando, y ponga en conocimiento del Ilmo. Sr Gobernador Civil de esta provincia para su conocimiento y por si tiene a bien hacerlo público en el boletín oficial de esta provincia; con lo cual se dio por terminado el acto, extendiéndose la presente que firman los expresados Señores, de que yo el Secretario certifico. =

Estas Misas eran muy habituales en todos los pueblos por donde iba desapareciendo el cólera, y Tembleque no iba a ser menos.
Ese mismo día, aunque saldría reflejada en acta posterior, apenas dos días después, el 23-9-1885, sería uno de los médicos de Tembleque, Don Burgundofero García Ortiz, quien haría una exposición de los servicios prestados durante toda la epidemia colérica en Tembleque.
Transcripción literal:

… Se dio cuenta de la exposición que con fecha 21 del actual dirige al Sr. Alcalde el médico Cirujano Titular de esta Villa D. Burgundofero García Ortiz en solicitud de que se le expida certificación en que se enumeren los servicios que ha prestado a este vecindario y corporación durante la permanencia del Cólera morbo asiático en esta localidad. En su consecuencia, hecha lectura de referida exposición, enterados sus mercedes por unanimidad: acceder a la pretensión del recurrente y que se libre la certificación pretendida en los términos siguientes: Que esta corporación ha visto con grande satisfacción la habilidad e inteligencia con que el Médico Cirujano Titular de esta Villa D. Burgundofero García Ortiz ha prestado los auxilios de la ciencia a los enfermos que constituyen su clientela ordinaria mientras ha existido en esta población el Cólera morbo asiático; que como servicios extraordinarios dignos de la mayor gratitud se ofreció a asistir y ha asistido a los enfermos del hospital de coléricos, quienes en su totalidad no eran vecinos de este pueblo: que también ha prestado sus servicios incondicionalmente a todos los vecinos sin distinción de clases, que, careciendo de facultativos, han reclamado su asistencia: que en lo más fuerte de la epidemia ha sustituido por dos veces a su compañero D. Enrique García de Ancos elevándose a doscientas el número de visitas que diariamente ha tenido que hacer no arredrándole el estado de debilidad en que estaba constituido a causa de una indisposición anterior: que  ha prestado a las autoridades locales activa y eficaz cooperación durante los estragos de la epidemia para organizar y ejecutar el servicio de inspección y vigilancia de transeúntes y viajeros instalación y dirección de salas de fumigación y desinfección y servicios de hospital de coléricos y saneamiento del cementerio; y como extremos importantísimo, que el resultado práctico de sus servicios es tan satisfactorio que, según los datos que obran en esta Secretaría, la mortalidad en los enfermos a quienes ha asistido no excede del diez y ocho por ciento. Danto por terminada esta acta que firman los expresados Señores de que yo el Secretario certifico. =

Antes de continuar, comparto en pdf las páginas originales de estas dos últimas actas, del 21 y 23 de septiembre de 1885, por adjuntar el documento gráfico, el cual podéis descargar desde este enlace de Google Drive. Estamos hablando de un apartado importante de la historia de Tembleque:

Para finalizar con la información obtenida de las sesiones plenarias, quisiera añadir un extracto de la carta escrita por el otro médico titular de Tembleque durante el cólera, Don Enrique García de Ancos, y al que dedicaré otro reportaje más en profundidad, porque realmente lo merece.
 Es una carta escrita en 1918, más de 30 años después de la epidemia del cólera, y como vais a comprobar, el recuerdo estaba aún muy presente en este médico, tal y como quedó reflejado en sus palabras: 

...no hubo época para ese pueblo (Tembleque), en muchos años más luctuosa, que aquel verano de 1885 de triste recuerdo, en el que todos los vecinos rivalizaron en abnegación y espíritu de sacrificio por servir y atender al procomún, poniendo a mi disposición a todas horas como único médico de los titulares que se conservó indemne de la epidemia, cuantos medios estuvieron a su alcance para socorrer pronta y eficazmente a la población invadida que perdió, asistida por el que suscribe, más de 150 habitantes en el espacio de poco más de un mes, sembrando el pánico esta mortandad entre todos los vecinos.
 En aquellos días los que no huyeron de Tembleque, que los hubo que volvieron la espalda al peligro, olvidando así todos los deberes de ciudadanía, confraternizaron más estrechamente, afrontándolos, y esos vecinos decididos, que permanecieron unidos y lucharon firmes, crearon sin darse cuenta esos lazos, en los que tuve gran parte, de más íntima e inolvidable amistad, que en un principio no se estiman bastante tal vez porque no se perciben ni sienten con claridad sus manifestaciones hasta que para el tiempo y algún acontecimiento nuevo o especial los renueva, reviviendo entonces más potentes como reviven los recuerdos de las campañas contadas entre antiguos camaradas al conmemorar tristes o felices aniversarios, o en los alegres momentos del banquete iniciado para festejar fechas memorables, apretándose entonces más y más entre los comensales aquel vínculo de perdurable cariño.

D. Enrique García de Ancos. Médico de Tembleque en 1885. Carta fechada en abril de 1918.

Para finalizar este reportaje, nos centramos en las actas de defunciones del año 1885.
Desde luego, no hay ninguna duda de que el mes fatídico y terrorífico fue el de agosto. 
Tembleque, en aquella época, tenía aproximadamente 3500 vecinos censados.
Durante todo el año 1885, hubo en Tembleque un total de 261 defunciones en general (de todas las causas), y de ellas, sólo en el mes de agosto se contabilizaron un total de 134.
El resto de meses del año 1885, se desglosa con los siguientes datos de defunciones (sin entrar aún en los datos específicos de muertes por cólera):

Enero: 9
Febrero: 12
Marzo: 10
Abril: 9
Mayo: 3
Junio: 6
Julio: 16 (de los que 10 fallecidos, están concentrados en los tres últimos días del mes)
Agosto: 134 
Septiembre: 23
Octubre: 13
Noviembre: 5
Diciembre: 19

Con esta estadística general, queda más que claro que el cólera hizo estragos especialmente desde finales de julio, absolutamente todo el mes de agosto, en el cual todos los días morían una media de entre 5 ó 7 vecinos, y también, aunque ya en menor medida, durante septiembre.