miércoles, 9 de diciembre de 2020

Epidemia de Tercianas en Tembleque. 1786 y 1802

Las epidemias, que lamentablemente están más de actualidad que nunca en este fatídico año 2020, por culpa de la actual pandemia del Covid-19, se han venido produciendo en todo el mundo a lo largo de su historia, y Tembleque no ha sido desde luego ninguna excepción.
Hace unos meses, en pleno confinamiento del mes de abril, publiqué un artículo al respecto de la epidemia de cólera de Tembleque en 1885, por cortesía de nuestro vecino José Antonio Fraguas.
En el reportaje de hoy, nos vamos más atrás en el tiempo, y gracias a la colaboración de nuestro amigo e historiador Roberto Félix, recuperaremos un interesante documento fechado en 1802, y dirigido a Su Majestad, el Rey Carlos IV, sobre la epidemia de tercianas en Tembleque.
Quise ahondar un poco más en este tema, para completar más aún este reportaje, con datos extraídos de distintas hemerotecas.
Para empezar, ¿Qué son las tercianas? Pues nos referimos a las fiebres tercianas, (o cuartanas, calenturas, fiebres intermitentes) como se las conocía en la antigüedad, por ser fiebres que aparecían en ciclos de cada tres días. En realidad, esa enfermedad es la que hoy en día conocemos como Malaria o Paludismo .
Esta enfermedad, ya desde la antigüedad, estaba muy relacionada con los humedales, los lagos, o en definitiva las aguas estancadas, que eran las causantes de propagar la enfermedad por los mosquitos que procreaban en dichas zonas pantanosas.
Y en Tembleque, precisamente las lagunas de la Vega y la Villaverde, en los años donde estaban formadas, creaban un caldo de cultivo idóneo para la propagación de estas enfermedades, que llegaron a diezmar muy seriamente nuestra población, como os voy a tratar de explicar.
En nuestra historia escrita, rescato un par de extractos sobre la inundación de Tembleque en 1801:
"Se creó la laguna de la Vega, permaneciendo sus aguas durante 7 u 8 años, siendo esto causa de que quedara diezmada la población por las fiebres desarrolladas en verano por las emanaciones de la laguna". O este otro extracto, publicado en un diccionario geográfico del año 1829: Tembleque "se ve muy afligida de enfermedades ocasionadas por los vapores que exhalan dos grandes lagunas, la Vega y la Villaverde."
Pero volviendo al orden cronológico, nos situamos en primer lugar en la epidemia sufrida en 1786, en todo el país, pero centrándonos en la provincia de Toledo, especialmente en Tembleque. Para ello, os invito a leer este trabajo titulado "LA EPIDEMIA DE TERCIANAS DE 1786 EN LA PROVINCIA DE TOLEDO", firmado por Mariano García Ruipérez y Ramón Sánchez González.
En este trabajo, además de hacernos una excelente exposición del tema, se nos explica que en Tembleque ya venían produciéndose estas fiebres tercianas desde dos años antes, en 1784, y venían descritas en el interrogatorio de Tomás López, por encargo del Cardenal Lorenzana, en 1785, como ahora os transcribiré.
Finaliza su trabajo con una completa relación de la incidencia de la epidemia de tercianas en 1786, en toda la provincia de Toledo, de donde destaco los escalofriantes datos de Tembleque (y demás pueblos de la comarca de Alcázar de San Juan, como Arenas, Argamasilla, Camuñas, Consuegra, Herencia, Madridejos, Quero, Turleque, Urda, Villacañas, Villafranca y Villarta) de enfermos y fallecidos, y la incidencia de morbilidad, según su número de habitantes, en 1786.
En resumen, en 1786, Tembleque contaba con una población de 5309 habitantes. Enfermaron 1419 vecinos, y fallecieron 81.

Cardenal Francisco 
Antonio de Lorenzana.
A continuación, recuperamos la transcripción del interrogatorio de Tomás López, que en el caso de Tembleque, disponemos gracias a la aportación de nuestro paisano Fernando, de manera íntegra en este enlace del blog, de los "Documentos y textos de la historia de Tembleque), en el capítulo 20 (Interrogatorio de Lorenzana), concretamente la pregunta número 13, que preguntaba "Las enfermedades que comúnmente se producen y cómo se curan. Número de muertos y nacidos, para poder hacer juicio de la salubridad del pueblo".
 Pues bien, el 6 de abril de 1785, esta pregunta, en Tembleque la respondió Don Francisco Espela.
Debo también agradecer la inestimable colaboración de nuestro amigo Pepe García Cano, que corrigió la transcripción íntegra de esta pregunta concreta, al tener él una copia del libro del interrogatorio de Lorenzana en la provincia de Toledo, transcrito inicialmente por la Diputación de Toledo, por lo que voy a aprovechar para compartirla íntegramente, ya que no tiene desperdicio, a pesar de lo complicado del vocabulario médico de la época,  destacando en negrita, eso sí, la parte donde se alude a las fiebres tercianas.

"Las enfermedades que comúnmente se padecen, (en Tembleque), con distinción de las estaciones del año, son en primavera, por la intemperie y desigualdad que comúnmente se experimenta, fiebres catarrales con dolores laterales inflamatorios, cuia cura constituie en facilitar la traspiración y con recogimiento y suaves diaforéticos(1), y a los inflamatorios con evaquaciones de sangre, según y como pide la naturaleza de cada individuo; en el estio regularmente se padecen fiebres sinodales ardientes inflamatorias, a las que se concurren con las evacuaciones de sangre, como se deja dicho, con todo género de diluentes, atemperantes y nitrosos hasta de deliniación o señales de cocción, sin omitir en el curso de la enfermedad la corrección de síntomas que puedan ocurrir, como suma vigilia o delirio con evacuaciones deribatorias y paregóricos internos.
 En otoño se padecen tercianas(2) , ya por endémicas y peculiares, ya epidémicas de causa común, que es lo más regular, como se experimentaron en este año próximo pasado (1784) y en el presente (1785) se va experimentando. Flujos de vientre o diarreas, fiebres particulares o tabardillos. La cura regular de aquellas es eméticos(3) , amaricantes y asperitivos, y en el estado de cocción se resisten se usa de la quina, sin que sea regla general, por otras naturalezas se les debe algunas evacuaciones de sangre (aunque con más lentitud) que en otra estación. A las tercianas malignas se debe de cura precissa la quina, pareciendo quando más algún lebe emético o purgante, para evitar un síncope. A las diarreas, disentaria(4)  y cólera morbo, se ocurre con medicinas adaptadas a sus indicios, ya con corrobantes y astringentes, ya a otros con el vejungue y todo género de labativas demulcattes y anodinas, y a la cólera morbo con diluentes y corrobantes interior y exteriormente. A las fiebres punticulares o tabardillo, por lo regular se socorren con evaquaciones indiferentes de sangre cuando son epidémicos o de causa común y quando son por causa particular, que regularmente resiste la oficina estomacal, se usa de algun leve emético, para precaber diarrea coliquativa, etc. 
En el invierno ocurren asmas, pulmonías rotas, especialmente en gentes de avanzada edad y de efectos habituales de pecho, mas de pecho o falto nefrítico, dificultades de orina o estrangurrias, en gente de poca edad y estos efectos se padecen en todas las estaciones, quando más cuando menos, por ser endémicos y peculiares del país, a causa de las malas aguasa que usan las gentes de pozos notables. A las más se ocurren, según sus causas y especie, porque pueden ser humoral, estomacal, flatulento o convulsivo. A los de primera instancia se socorre con algún emético, purgante, fuera de una urgencia o de amenazar sofocación que, en tal caso, debe preferirse la sangría y luego usar de pectorales incisivos y atenuantes o incrassentes y anodino, samicos, según la especie de causa productiva. A las pulmonías rotas se socorren con algún evaquación indiferente de sangre interpolada con algún suave purgante y medicinas pectorales, adaptada al producto morboso, sin omitir el uso de vegigatorios, siempre que este sea viscoso. A el afecto nefrítico y dificultades de orina se ocurre, ya con eméticos ya con algunas evacuaciones de sangre, según las circunstancias del sugeto y causa productiva de la enfermedad, sin omitir todo género de diuréticos demulcantes y anodinos, con unturas y cataplasmas de la misma especia a las partes afectas y de consiguiente, usando medicinas propulsivas de sábalos o piedras contenidas, ya en los riñones, ya en la vejiga de la orina y partes adiancentes. Y últimamente a los efectos veminosos(5)  se ocurre con eméticos y purgantes amaricantes estomacales y todo género de telmiticos y con especialidad con los preparados de mercurio.
 El número de muertos, deducido un quinquenio, es anualmente de ochenta a noventa cuerpos maiores e igual de niños. Y el de nacidos es de ciento y cinquenta a sesenta." (este último dato se deduce que se refiere a muertes por todas las causas posibles, no sólo por tercianas).

(1): Sudor diaforético: sudor disolutivo, continuo y copioso que acompaña a ciertas calenturas.
(2): Fiebre terciana: calentura intermitente que repite cada tercer día.
(3): Emético: vomitivo o que provoca el vómito. Aplíquese a un medicamento u otro producto.
(4): Se refiere a la disentería, enfermedad infecciosa y específica que tiene por síntomas característicos la diarrea con pujos y alguna mezcla de sangre.
(5): Puede referirse al término verminoso, es decir, enfermedad acompañada de producción de lombrices o dicho de una úlcera que cría gusanos.

Como veis, aunque muchos términos son casi incomprensibles, se deduce que las sangrías (evacuaciones de sangre, como en el grabado de introducción de este artículo) eran muy habituales.
Saltamos 15 años en la historia para situarnos en la siguiente epidemia de tercianas en Tembleque, que comenzaría tras la inundación de 1801, y que según las crónicas, duraría varios años.
Nos centramos ahora, y para finalizar este reportaje, en el documento concreto que nuestro amigo e historiador Roberto Félix, al que agradezco enormemente su colaboración, ha localizado, recuperado y transcrito, desde el portal PARES (Portal de archivos españoles). También con la ayuda de Pepe García Cano, otro historiador, amigo en común, para que esa transcripción sea lo más fielmente posible.
Se trata de un apartado del libro "Registro de consultas elevadas al Rey por el Consejo de Castilla. 1802". Libro 959 (índice) y 960 (documento), folio 1761 y siguientes.
En el apartado titulado: Tembleque. Epidemia tercianas.
En estas 6 páginas, se expresa la solicitud de ayuda, para paliar los daños que la epidemia está ocasionando en Tembleque, que había ocasionado hasta la fecha nada más y nada menos que 342 muertes, que debieron ser bastantes más en los años posteriores.  Se explica que el Cura y dos Regidores anticiparon 7500 reales, pero se solicitan otros 25000, para los más necesitados de alimentos y medicinas. Transcripción literal, margen incluido.

SELLO CUARTO. AÑO DE MIL OCHOCIENTOS Y DOS:

Don Miguel de Mendinueta.
Don Benito Puente.
Don Felipe de Canga.
Don Manuel del Pozo.
Don Sebastián de Torres.
El Marqués de Fuentehíjar.
Don Joseph Navarro.
Don Domingo Fernández de Campomanes.

Resolución como parece y así le he mandado. Publicación publicada en el Concejo hoy 8 de marzo de 1803. Se acordó su cumplimiento y que se ponga certificación en el expediente. Fecha certificación.

Señor.
 La Justicia, Diputados y procuradores de la Villa de Tembleque, provincia de La Mancha, han dirigido una --- al consejo con fecha de 27 de noviembre próximo, en solicitud de un pronto socorro para remedio de los males que sufren una gran multitud de enfermos pobres y atajar la mortandad que amenaza y necesariamente ha de verificarse si no se les ayuda con eficacísimos auxilios.
En ella, después de manifestar el origen de las malignas calenturas pútridas e interminantes que se experimentan, y que habían ocasionado la muerte a 342 de aquellos naturales, las representaciones que han dirigido por las vías de Estado y Hacienda y las vuesas resoluciones tomadas por V.M para la extracción y curso de las aguas detenidas que infectan al pueblo con su corrupción, hacen presente que creyendo que la indigencia de los vecinos era la causa general del mal, y cuyo remedio no podía conseguirse sin el de aquella, se propusieron meditar arbitrios para facilitar y proporcionar socorro a tantas necesidades.
Que a este fin, dirigieron recurso a V.M con la súplica de que se dignase permitir que del producto de los ramos arrendables del Común, pertenecientes a las Reales Contribuciones se aplicase la cantidad que fuese de su Real agrado, pero que no ha habido tenido aún resultas algunas, se congregaron con asistencia del Gobierno del Gran Priorato de San Juan, y se decidieron a facilitarlo sin tardanza: que dos regidores y el Cura Párroco llenos de fervor caritativo, anticiparon 7500 Reales para que se diese principio al socorro: se creó una Junta con un Depositario de satisfacción y abono en cuyo poder entrase aquella suma y cuantas limosnas se recogiesen por medio de una cuestación que habían de practicar entre los vecinos pudientes, personas celosas caracterizadas y caritativas; se dividió la población en cuarteles, diputando en cada uno otras dos de iguales circunstancias que cuidasen de la buena y económica distribución de los alimentos y medicinas, y se tomaran otras providencias para la mejor ejecución de todo.
Que con estas disposiciones, se dio principio al socorro de los enfermos más necesitados, y en breve se experimentaron los buenos efectos, viendo que muchos se han reparado y puesto en estado de triunfar del mal. Otros, aunque han recaído, es con menos peligro; y otros que estaban constituidos en un grado de incurabilidad, se van sosteniendo. Pero que todos estos grandes bienes van a interrumpirse y acabarse con la cesación del socorro que es imposible continuar por haberse consumido, no solo la cantidad anticipada, la recogida de limosna y por otros medios si no aún mucho más que se está debiendo de medicinas y alimentos después de haber gastado también una arroba de quina de la Real Botica; de forma que en tales circunstancias ni los agrabados podrán mejorar, ni los que habían logrado alivio se perfeccionarán, y el mal volverá a arraigarse incurablemente en todos.
El Consistorio, señor, en vista de esta representación apoyada con otra del Gobernador del Gran Priorato de San Juan, y con los correspondientes testimonios, ha dispuesto se entreguen inmediatamente a disposición de la Justicia y Ayuntamiento 25000 Reales que han pedido de los fondos de su pósito para el socorro de los verdaderamente necesitados de alimento y medicina; haciendo entender a dicha Justicia y Ayuntamiento, que han parecido bien a este tribunal la formación de Junta y providencias acordadas para ocurrir al alivio de los enfermos; que le han sido muy gratos los auxilios que han prestado el Cura Párroco y los dos Regidores, y que espera, que continuando los individuos de la Junta con el mismo celo y caridad que hasta ahora procurarán todos desempeñar los fines de su instituto en términos que sean socorridos los verdaderos pobres, procediendo en ello con la debida proporción y economía, haciendo de acuerdo con los facultativos cuanto pueda contribuir a cortar o minorar la dolencia, arreglándose a lo que para iguales casos se previno en la circular del año 1786 y continuando en la cuestación acordada.
Al mismo tiempo, considerando el consejo, que la cantidad que ha proporcionado no puede ser suficiente, para atender al socorro de tantos infelices, en términos que puedan vencer un mal tan maligno y contagioso, y que el piadoso corazón de V.M está siempre propenso a facilitar a sus vasallos cuantos alivios dependan de su soberano poder, ha estimado hacer presente a V.M el estado lastimoso en que se halla la Villa de Tembleque para que se digne resolver favorablemente la súplica que se dice haber hecho en solicitud de permiso para usar del producto de ramos arrendables pertenecientes a las Reales Contribuciones.

V. M sin embargo determinará lo que sea de su mayor agrado. Madrid, 10 de diciembre de 1802. 
(V.M: Vuestra Merced).

A continuación comparto en formato pdf, el documento íntegro y con su grafía original correspondiente a la Epidemia Tercianas de Tembleque. 1802, desde este enlace de Google Drive:
Existe un trabajo específico sobre el paludismo en Tembleque, que el Ayuntamiento encargó hace aproximadamente un siglo al médico del pueblo en aquella época, Don Julián García-Suelto. A fecha de la publicación de este reportaje, no he conseguido una copia, pero en cuanto sea posible, lo añadiré, con permiso de sus descendientes. 

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