Para facilitar la lectura, he transcrito el texto del artículo, escaneado directamente de un ejemplar físico del periódico, el cual comparto a continuación.
RECUERDO DE ORÁN. UNA IGLESIA FUNDADA POR CISNEROS.
El arzobispo de Toledo patrocinó la construcción de Nuestra Señora de la Asunción de Tembleque como agradecimiento al apoyo brindado durante las campañas militares en el norte de África.Corría la primavera de 1509. Francisco Jiménez de Cisneros, cardenal y franciscano, septuagenario y en la cima de su poder, partía en dirección a la plaza fuerte de Orán al frente de una flota de veinte mil hombres. El ataque por tierra y mar sobre la costa de Argelia (representado al fresco en la Capilla Mozárabe de la Catedral de Toledo) se saldó victoriosamente en apenas unas horas con un impresionante botín de medio millón de escudos en monedas, esclavos y alhajas.
El anciano prelado, testigo de estas operaciones desde las fortificaciones cercanas de Mazalquivir, no tardaría en agradecer a su Diócesis el apoyo prestado durante la campaña. Uno de los enclaves favorecidos sería Tembleque.
Cisneros patrocinó la construcción de una iglesia que hoy, a pesar de los añadidos posteriores, continúa siendo uno de los templos parroquiales con mayor coherencia arquitectónica de toda la provincia. Nuestra Señora de la Asunción, merced a la sólida aportación del arzobispo de Toledo. fue construida en apenas unas décadas en estilo gótico tardío, en plena transición hacia las novedades renacentistas, un lenguaje constructivo especialmente apreciado por este prelado, nacido en la localidad madrileña de Torrelaguna.
La portada principal el edificio, en donde pueden contemplarse los escudos de su promotor, es digna hija de su tiempo. Pináculos y arcos entrelazados enmarcan un acceso abocinado de arcos carpaneles, característicos esta etapa.
Una vez superada la puerta, un enorme volumen espacial surcado por altas nervaduras góticas da la bienvenida al visitante. La ausencia de retablos de grandes dimensiones (el altar mayor fue arrancado y quemado durante la Guerra Civil), junto con el propio tamaño de la iglesia, contribuye a potenciar la sensación de pureza estructural que inunda todo el conjunto. Visto desde el aire, el diseño de cruz latina de su planta se impone de manera destacada pese a la presencia de dos grandes añadidos posteriores, dos capillas construidas entre los siglos XVII y XVIII y dedicadas a Jesús Nazareno, patrón de la villa, y a la Virgen del Rosario. De ésta última (aunque deslucida por las humedades y el escaso compromiso de sus propietarios) destacan las ventanas enrejadas del amplio cuerpo inferior, sobre el cual se levanta un tambor octogonal rematado por una hermosa linterna.
Especial atención merece también la torre de la iglesia, construida en los primeros años del siglo XVII según las trazas de Hernán González de Lara, aventajado discípulo de Alonso de Covarrubias y su sucesor como maestro mayor de la Catedral toledana. Posee un cuerpo campanario cuyo potente almohadillado y balaustradas recuerdan al piso inferior y ventanas del toledano Hospital Tavera, del cual fue aparejador este mismo arquitecto.
Nuestra Señora de la Asunción de Tembleque, homenaje a la campaña de Orán, no conserva sin embargo su monumental retablo mayor a consecuencia de otra contienda. Durante nuestra Guerra Civil desapareció esta gran estructura en donde convivieron la depuración arquitectónica, un amplio conjunto de esculturas y varios ciclos iconográficos dedicados a Cristo, la Virgen y Adán y Eva. No obstante, la ausencia de prendas interiores, que en otros edificios contribuye a desenmascarar pobrezas estructurales, remarca en este caso la identidad de una iglesia con derecho a ocupar una privilegiada posición dentro del patrimonio monumental toledano.
El patrón.
Esta imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, venerado patrón de Tembleque, se encuentra alojada en uno de los pequeños retablos que la iglesia conserva. No es la única imagen representativa del templo, pues en una modesta capilla situada a los pies del conjunto es posible apreciar las figuras orantes de dos antiguos hidalgos: Juan de la Torre y su esposa, Mari Díaz, enterrados en el templo en el momento de mayor esplendor de su construcción. La desaparición del gran retablo mayor de Nuestra Señora de la Asunción durante la pasada Guerra Civil privó al edificio de su imaginería más valiosa, sustituida hoy por un discreto templete de altar de reciente aunque historicista construcción, y por tallas modernas que se encuentran repartidas por todo el conjunto. Un enorme volumen vacío que contribuye a destacar, todavía más, la obsesiva regularidad de las nervaduras góticas de las bóvedas de la cabecera.