Así se veía nuestro pueblo hace aproximadamente 25 años. Poco ha cambiado en cuanto a su conjunto o monumentos arquitectónicos se refiere, salvo por la reciente restauración de la Plaza Mayor.
En las fotografías, vemos el pequeño tamaño del ciprés plantado en la Plaza de la Orden, que hoy en día sobresale ampliamente por lo alto de las galería superiores de la Plaza Mayor.
A continuación, transcribo el texto que se publicó para describir nuestro pueblo, así como las fotografías incluidas en dicho artículo. Nos da un repaso general a la historia de Tembleque:
En la parte más baja de una cañada, rodeado de trigales y conservando todo el sabor de un clásico pueblo castellano.
Su ubicación está lejos de ser privilegiada, y ha expuesto a la villa durante siglos a terribles inundaciones, algunas de las cuales llegaron a devastar el pueblo causándole la ruina. Situado a pocos menos de un centenar de kilómetros de la capital, los temblequeños se han dedicado a lo largo de su historia a la agricultura, produciendo en sus tierras grandes cantidades de trigo y de cebada; las labores del campo siempre han ido aparejadas a la cría de ganado lanar, y últimamente, con el trabajo en las fábricas de harina y de yeso.Aunque algunos estudiosos hablan del origen íbero del pueblo de Tembleque y otros lo atribuyen a una antigua colonia judía, nosotros preferimos referir en estas páginas una leyenda que asegura que su origen está en un antiguo pozo donde bebía el ganado llamado Pozo Palacios, situado en el camino de la Mesta, y "alrededor del cual había una feracísima alameda tan intrincada y sombría que a la venta o ventorrillo que a su cobijo existía, junto a la calzada que la cruzaba, llamándola Venta de Tiembles". De aquí podría proceder el nombre de Tembleque.
Sea como fuere, lo cierto es que la villa no aparece en la historia hasta 1163, año en que Alfonso VI se la arrebató a los árabes. Durante siglos perteneció a la encomienda de Consuegra y siguió en sus vicisitudes a la Orden de San Juan de Jerusalén, hasta que el 10 de agosto de 1509 la reina Juana la Loca le otorga el título de Villa con jurisdicción y alcalde propio, después de lo cual los temblequeños siempre se mostraron fieles al emperador en las guerras que enfrentaron a las comunidades de Castilla, por lo que Carlos I concedió en el año 1522 el título de "Fieles y leales" a sus vecinos.Durante todos estos años y hasta la Guerra de la Independencia, en la que los franceses saquearon e incendiaron la villa provocando la huida de sus vecinos a los cerros, Tembleque siguió los caminos marcados por la historia de la Nueva Castilla: una Edad Media floreciente, y el inicio de sus decadencia bajo el reinado de los Austrias, un periodo negro que se prolongará hasta el siglo XIX.
Tembleque es desde el punto de vista arquitectónico una típica villa manchega que ha crecido en torno a a su Plaza Mayor, unida por un pasillo al otro centro neurálgico de la población, la Plaza de la Orden. La Plaza Mayor, declarada Monumento Nacional en 1973, es una de las plazas porticadas más bellas y originales de España. Unas sencillas columnas de granito soportan dos plantas de corredores, con una estructura clásica del siglo XVI que recuerda a los antiguos corrales de comedias, típicos de la época. Esta plaza es la más antigua de los recintos manchegos, la más española y la que mejor ha soportado el paso del tiempo. De planta casi cuadrada, los soportales del cuerpo inferior son de tipo arquitrabado y descansan sobre columnas toscanas de piedra caliza, mientras que los superiores se elevan sobre pies rectos de madera con antepechos decorados con tallos vegetales y cruces de Malta, esto último en honor a la Orden de Jerusalén a la que pertenecía la villa.En unos de sus costados se encuentra la Casa del Ayuntamiento y la cárcel aneja, edificios de mediados del siglo XVII, que aunque de buen gusto, desentonan con la arquitectura del conjunto. La iglesia parroquial Nuestra Señora de la Asunción es el edificio religioso más importante de la villa. Construida en el siglo XVI con muros de piedra de sillería a los que se adosó una espléndida torre, su estilo es de transición del gótico al renacimiento. Tiene planta de cruz latina con cabecero poligonal, y es de una sola nave con bóveda de crucería gótica. Adosada al templo se encuentra la ermita de la Virgen del Rosario. Otras ermitas dignas de mención son las del Cristo del Valle o de la Palma, barroca con exuberante decoración en cornisas, pilastras y bóvedas; la de la Purísima Concepción, del siglo XVII, aneja al convento de San Pablo de Alcántara; la de San Antón, de bello y sencillo trazado, del siglo XVIII, en la que se destacan sus bellos tapices al óleo en la bóveda,; y la de San Cristóbal, construida en el siglo XVII, en lo alto del cerro de los molinos. De las muchas casas señoriales que hay en la villa, destaca la de las Torres, un bello palacio barroco perteneciente a la familia Fernández Alejo (siglo XVIII), organizado en torno a un patio central con columnas toscanas, doble galería e interesante fachada.
En 1647 Tembleque recibió como reliquia los huesos de San Cándido, que desde Roma remitió el reverendo padre franciscano don Francisco Manchego, natural de la villa, a los que se sumaron, en 1653, los de San Jacinto.
Aquí os dejo la portada del libro y las páginas correspondientes a Tembleque, en el siguiente pdf, con acceso desde este enlace de Google Drive. El libro completo se puede conseguir en diversas páginas de coleccionistas o también en algunas librerías o ferias por todo el país, como lo fue en el caso de un servidor.
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