miércoles, 9 de agosto de 2023

Crónica de un día de verano en nuestro pueblo: "Tembleque, el pueblo de Toledo en el que se "vive" de noche". Por el periodista Doménico Chiappe.

Un grupo de vecinas conversa a la luz de la farola.
Por Pablo Cobos.
A principios de este verano 2023, el periodista
Doménico Chiappe, de la agencia Colpisa ((El Correo, Diario Vasco, El Diario, El Comercio, Las Provincias, Norte de Castilla, Ideal, Sur, Hoy, La Rioja y La Verdad), contactó con este blog, pues estaba trabajando en una crónica sobre cómo se vive en el clima extremo de verano en Castilla La Mancha; cómo nos enfrentábamos al calor extremo y las actividades que hacíamos en plena canícula, y le gustaría hacerlo de Tembleque.
Intercambiamos varios emails, y le facilité algunos contactos del pueblo, principalmente de la Asociación de Pensionistas y la Asociación de Mujeres, y así, entre todos, poder ayudarle a elaborar lo mejor posible su crónica.
Durante el mes de julio visitó nuestro pueblo, y para finalizar su trabajo, entrevistó a numerosos vecinos de Tembleque.
Doménico Chiappe
Ahora, varias semanas después, podemos leer su excepcional crónica, en la sección "Vivir/Verano", titulada en esta ocasión "Vacaciones asfixiantes o a la fresca", un formidable relato donde se explica fielmente cómo vivimos en Tembleque, y por extensión en La Mancha, en estos días tan calurosos, con declaraciones de numerosos vecinos, como podéis leer a continuación.
La publicó el 8 de agosto en este enlace de El Correo y también en El Diario Montañés, (lectura completa sólo para suscriptores) y a continuación transcribo literalmente su relato, adjuntando de la misma manera las dos fotografías que lo ilustran.

En La Mancha se vive de noche, con tertulias callejeras al viento y baile folklórico por encima de 40 grados.

Tembleque: el pueblo de Toledo en el que se 'vive' de noche.

Los agricultores trabajan de madrugada y los vecinos se reúnen en la calle a la luz de las farolas para hacer más llevaderos los calores del verano.


En la puerta de La Mancha, la vida transcurre cuando cae la noche y los niños montan en bicicleta y juegan al fútbol en la Plaza Mayor al filo de la madrugada. Los vecinos de Tembleque se reconocen a la sombra de las farolas y se sientan en el Paseo de la Zanja, el corredor de viento del oeste que refresca las temperaturas que superan los 40 grados a la sombra y han alcanzado en lo que va de verano los 43. Los refranes encierran sabiduría. «Por la mañana solano y por la tarde toledano», avisa Manuel Rodelgo, maestro de Matemáticas jubilado y agitador cultural al frente de asociaciones de ciclismo, bailes folklóricos y juegos de cartas. «Solano es caluroso, y toledano, más fresco».

De día, los dueños del pueblo desierto son los niños y adolescentes en ruta a la piscina municipal, en chanclas y con toallas. También entran a la biblioteca municipal, instalada en una antigua ermita, sin aire acondicionado pero con wifi, y que está abierta en verano. «La gente suele sacar tres libros a la vez», asegura la bibliotecaria Ángela Sánchez, que espera la hora de cierre para «ir a la piscina después de la siesta».

La siesta es una obligación. «No hay que perderla. Se hace sin preparar nada, la cama está ahí. A las tres, te acuestas», afirma José Luis Tebar, de 71 años. «Hay dos clases de siesta, la ligera, que te duermes en el sillón, y la más larga, que ya es de sábana. Dependiendo de cómo ha sido la noche, se extiende.

A la hora de comer, llega un mensaje al Whatsapp de los Amigos del Mus. Uno pregunta si habrá partida esa tarde. Si se animan cuatro, podrían comenzar después del café en las mesas del Hogar del Pensionista Cervantes. Pero no hay suficientes ánimos y la partida se suspende. A las ocho de la tarde las calles siguen desiertas. «El verano tiene que tener sus temperaturas y estos cuarenta grados no son normales. La gente se refugia», explica Ángel del Saz López de la Alberca, el dueño del restaurante El Mirador de la Mancha, que ya cambió las gachas por el gazpacho andaluz.

La brisa se levanta desde el campo, pero aún hierve y la gente sigue dentro de sus casas. «Los veranos son extremos, igual que el invierno, cuando se puede llegar a 14 bajo cero», ratifica la teniente de alcalde Luisa Vega García. «Aquí hay todo tipo de casas y se han dado muchas ayudas para el aislamiento y la calefacción. El que tenía el pensamiento de cambiar, pudo hacerlo». Entre las paredes gruesas de las viejas construcciones y los climatizadores eléctricos, los habitantes ven series como 'La casa de papel' y 'Puente viejo' tras las cortinas gruesas que cuelgan en el exterior de las puertas.

Conocido como 'El Pájaro', Luis Serrano es el primero en salir y sentarse en una terraza. Nació en el pueblo pero a los diez años se fue a trabajar de botones a Madrid, donde estuvo seis décadas hasta que volvió a una casa con huerto que había comprado «con lo poco que ganaba», cuenta mientras toma una cerveza a sus 80 años. «Los días son muy largos. Luego duermes y no duermes. Puro sudor. Salgo al patio y es igual». Al fondo empieza a chirriar un columpio y las golondrinas recién asoman de los nidos.

Algunos jóvenes cruzan las anchas calles sin sombra hacia el Centro Cultural, donde practica el grupo de coros y danzas Alegría de Tiembles. En verano ensayan dos veces por semana hasta medianoche. «Por el calor y porque hay gente trabajando, algunos en Toledo», explica Rufina Felipe, la presidenta de la asociación. El sonido de las castañuelas retumba en el salón aclimatado. La tradición es cuestión familiar. Por ejemplo, Manuel Rodelgo baila y su pareja desde 1976, Josefina López-Gil Rodríguez, toca la bandurria. El gran momento llegará a finales de agosto con las fiestas.

Al día siguiente, salen al amanecer los que todavía atienden tareas en el campo. Las cosechas no han sido buenas, pues ha llovido a destiempo. «Buscamos la primera hora de la mañana o las últimas de la tarde, para huir del sofocante calor de las horas centrales del día», explica el agricultor Pedro Casas, autor el blog 'Todo Tembleque'. «Aunque con los aires acondicionados de los tractores, no lo llevamos muy mal». A las afueras hay recolectores de cebolla, que estarán hasta las 11:30 horas.

También madrugan los que hacen «la ruta del colesterol», y salen a andar o hacer bicicleta, como Francisco Hellín, agricultor retirado de 73 años, que hace en bici una treintena de kilómetros cada mañana, aunque «las subidas las hago andando». Luego desayuna un bocadillo y un tomate picado con aceite en casa, y ya no sale hasta la noche. En invierno gira la rutina. Se vive de día, cuando el sol está en lo alto del cielo, y se esconden a las 17:30, cuando empieza a anochecer.

Los agricultores comienzan a trabajar de noche y se retiran a las 11:30 de la mañana. Por Pablo Cobos.

Doménico Chiappe. 8 de agosto de 2023. El Correo y El Diario Montañés.


Os dejo igualmente una copia digitalizada de la edición en formato físico: (pinchar para agrandar la imagen).

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